jueves, 13 de septiembre de 2012

Sigue tocando - Capítulo 4


No sabía cuanto tiempo había pasado pero cuando despertó estaba tumbada en el sofá de la habitación de Martín, aunque estaba todo demasiado silencioso. Abrió los ojos de golpe y miró hacia la cama.

- ¿Dónde está Martín? - preguntó asustada en voz alta aunque no hubiera nadie en la habitación.

- Está bien, no te preocupes – se sobresaltó al oír una voz en la puerta y se volvió hacia ella – Pero le han tenido que trasladar a la UVI. Lo siento.

- Félix... - se levantó del sofá y fue corriendo hacia los brazos que le ofrecía su mejor amigo y se abrazó a él con fuerza, todavía tenía ese pitido monótono en la cabeza, las imágenes de Martín se repetían en su cabeza una y otra vez y ahora se habían llevado a Martín a la UVI. La situación iba de mal en peor y no podía hacer nada. Se echó a llorar por la que parecía la centésima vez de que Martín entrara allí – No puede irse...

- No se irá – su amigo empezó a dibujar círculos con la mano sobre su espalda hasta que consiguió que dejara de sacudirse con cada sollozo – Vamos...

Le rodeó los hombros con un brazo y la guió hasta la UVI, cuando atravesaron las puertas vio como el resto de sus amigos y su madre esperaban en el pasillo, todos le sonrieron y su madre se acercó a ella y la abrazó con fuerza como si fuera algo precioso.

- ¿Estás bien, Princesa? - le preguntó su madre forzando una sonrisa a través de las lágrimas y ella le contestó con un leve movimiento de cabeza – Cariño... los médicos me han dicho que sólo permitirán una visita hoy y... prefiero que entres tú...

- ¿Pero... - comenzó ella.

- Escúchame – le dijo su madre levantando la mano para hacerla callar – Entra tú... Martín es mi hijo pero tú también y sé que estaréis mejor juntos. Aunque no podrás estar mucho tiempo.

Asintió con la cabeza y siguió a su madre hasta que llegaron a la que suponía era la habitación de su hermano, su madre se detuvo y la miró otra vez.

- Antes de que le veas tengo que decirte algo – le cogió la mano y se la apretó con fuerza – La parada lo dejó muy débil y... no puede respirar por sí mismo.

Caminó los pocos pasos que la separaban de ver el interior de la habitación de su hermano por la ventana y se le cayó el corazón a los pies. Martín estaba sobre la cama, con los ojos cerrados y rodeado de máquinas y con ese maldito tubo por la garganta. Puso la mano sobre la ventana y la cerró con rabia arañando el cristal, soltó la mano de su madre con suavidad y entró con cuidado en la habitación. Miró otra vez al cuerpo dormido de Martín, parecía mucho más pequeño de lo que era con todas aquellas máquinas a su alrededor, más vulnerable... Sus ojos se pararon en sus manos, si no las estuviera mirando no se habría dado cuenta pero le daba la sensación de que intentaban cerrarse sobre las sábanas. ¿Una pesadilla?

- Vuelve Martín... Martín...

Se sentó en la silla que había junto a la cama y cogió la mano de él con cuidado. Estaba fría.

- ¿Puedes oírme? - había adoptado la costumbre de hablarle, para que supiera que estaba con él, pero era la primera vez que se cuestionaba si podría oírla – Vuelve... - la voz le tembló por las lágrimas, verlo así era más de lo que podía soportar, estaba asustada ¿y si no volvía? - Vuelve, por favor...

Recordó la canción que había empezado hacía unas horas antes de que el mundo se hubiera resquebrajado alrededor de ella. Pensó que podría seguir enseñándosela para calmar la posible pesadilla de su hermano, además, aquella canción decía todo lo que significaba para ella, todo lo que sentiría si pasaba lo que temía.

“So if this melody should stop or fade away
The oceans will drain out, and the starts disintegrate
It's like voodoo, I've lost all my control.
I look into you, you make me rock and roll”

Respiró hondo para mantener su voz bajo control y poder seguir adelante.

“So on the day when the music dies, so will our love
There´ll be some pain, but I'll keep it in my locket
If you'll lead the band, then I will have to follow
There's no escape for me so... play on”

- Marta... - la llamó la voz de la doctora – lo siento muchísimo pero tienes que salir ya.

Se volvió hacia la voz y efectivamente vio a la doctora, una mujer joven de cabello castaño y ondulado y expresión dulce, acompañada de una enfermera de aspecto maternal que le sonreía tristemente. Marta agachó la cabeza y se levantó no sin antes mirar la mano de Martín, cuando se iba vio aquel gesto otra vez, intentaba alcanzar algo, y un escalofrío le recorrió la espalda. No...

El pulso de su hermano empezó a acelerarse en ese instante y ella podría jurar que sentía como todo temblaba a su alrededor – No, no, no... no te vayas...

La doctora intentó sacarla fuera pero consiguió zafarse y llegar hasta su hermano otra vez. Se sentó con cuidado en la cama y le acarició el pelo y poco a poco oyó como el pulso de Martín empezaba a normalizarse, empezó a tararear suavemente y al final su hermano inclinó la cabeza hacia su voz.

- ¿Doctora Taylor? - preguntó la enfermera detrás de ella, mientras la doctora estaba junto al monitor analizando aún lo que había pasado.

Vio a medias como la doctora sonreía – Será mejor para él que se quede. Está más tranquilo con ella.

Marta pasó la mano por la cara de su hermano sonriendo levemente, deseando que volviera a estar con ella.

- “ We are a lullaby, an everlasting song...”

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