En otro orden de cosas, he vuelto de vacaciones y aunque no he escrito mucho de "La Generación Omega" si he escrito algo y además he estado cambiando los "capítulos" pero tengo otro blog entre manos (hay un acceso directo en la barra de debajo de la cabecera) y ese necesita mucho trabajo detrás de las cámaras y cosas de las que tengo que ocuparme y me sacan mucho tiempo, sentiros libres de ir a mirar ese blog cuando terminéis de leer esto y así sabréis de que os estoy hablando. Espero que os guste lo que veáis :)
Y sin más dilación y como hoy tocaba leer historia y no mis historias mentales, os dejo el siguiente capítulo de "Sigue tocando" Ya sabéis que podéis decirme que os parece, no seáis tímidos, que estáis muy tímidos!
Sigue tocando - Capítulo
3
Se sentía cansada pero aún así abrió los
ojos y miró a su alrededor para ver aquella fría habitación de
hospital, a su lado podía oír el pitido regular de la máquina que
le decía que su hermano seguía vivo.
Lo miró desde el sofá donde dormía desde
hacía dos semanas, sino fuera porque sabía que no era así pensaría
que estaba dormido. Pero no era así, recordaba perfectamente lo que
había pasado, una de esas cosas que no podría olvidar nunca. Se
habían vuelto a quedar hasta tarde escribiendo canciones para la
banda y habían empezado una perfecta para ellos, Martín le había
dicho que no quería irse a dormir... le había dejado solo en la
habitación 5 minutos y cuando volvió se lo encontró tirado en el
suelo inconsciente y casi sin pulso. Lo habían llevado al hospital
lo más rápido posible y apenas una hora después los médicos les
habían dicho a ella y a su madre que estaba en coma. Estaba
destrozada.
Y ahora lo examinaba desde el sofá
atentamente, su pecho subía y bajaba con calma, estaba tumbado sobre
la espalda, con la cara mirando al techo. Rodó los ojos, sabía que
era mejor para él pero también sabía que a Martín no le gustaba
dormir así, le provocaba dolor de cabeza. Igual que sabía otro
ciento de pequeños detalles sobre él, como que desde que habían
tenido aquella niñera horrible que les reñía cada vez que la
despertaban de noche había dejado de gritar y en vez de eso se
agarraba a las sábanas de su cama cuando tenía pesadillas.
Se
sentó en el sofá y miró el reloj, eran las 10 de la mañana, de
modo que se levantó, se calzó y fue hacia la cama. Le cogió la
mano y se la apretó levemente esperando que su hermano le devolviera
el gesto pero no fue así. Suspiró – Buenos días, Martín – le
pasó la mano por el pelo lentamente y volvió a suspirar, le echaba
de menos, se sentía tan sola.
Su mirada fue de la cara pacífica de su
hermano al monitor que tenía a su lado con ese pitido constante,
rogando a quien quisiera oírla que siguiera siendo constante, los
médicos le habían dicho que tenía el corazón demasiado débil
como para estar consciente y no sabían cuanto tiempo aguantaría en
coma, sólo esperaba que encontraran un corazón nuevo para él antes
de que fuera demasiado tarde.
Se sorprendió a sí misma con lágrimas en los
ojos al pensar que estos podían ser los últimos momentos que podía
pasar con su hermano, hasta aquel momento había sido el único
hombre de su vida, eran mellizos y lo habían compartido todo, todo
excepto ese corazón averiado, ella era la mayor, era la más fuerte
y en ese momento se sentía la más egoísta.
-
Martín... - sollozó desplomándose sobre la silla.
Recordó
todo lo que habían pasado juntos, aquellas tardes cuando ella
intentaba aprender a tocar la guitarra y la melodía que le tarareaba
él cuando se le atragantaba algún acorde, aquella noche horrible
habían empezado a ponerle letra pero no les había dado tiempo a
terminarla, casi no la habían empezado cuando toda aquella pesadilla
sucedió, sin embargo ella había intentado escribirla durante las
noches interminables en las que no podía dormir. Pasó la mano por
su antebrazo – Te echo de menos. Espero que te guste.
“We
are a lullaby, an everlasting song.
Taken as prisioners to a place where we
belong.
If the tune stops, I will not wake.
Oh no, without us I'm no one, my soul swells
and aches.”
Bajó la cabeza y se pasó la mano por el pelo.
De verdad le dolía el alma, sólo unos pocos conocían hasta que
punto estaban unidos.
“So
on the day when the music dies, so will our love.
There'll be some pain, but I'll keep it in
my locket.
If you'll lead the band, then I will have to
follow.
There's no escape for me so... play on”
No, sin él no había salida para ella, no iba
a ser capaz de vivir sin él, habían nacido juntos y morirían
juntos, se echó a llorar sin poder continuar la canción y notó
entonces un ligero movimiento en la mano de Martín que todavía
tenía entre las suyas, como si quiera alcanzar algo, se levantó
rápidamente para ponerse a la altura de la cabeza de su hermano
deseando que abriera los ojos, le oyó respirar profundamente y luego
su mundo se vino abajo, se quedó paralizada al oír como el pitido
del monitor dejaba de ser intermitente.
-
¡No! - le suplicó - ¡Martín! ¡No te vayas!
Empezó a llorar con más fuerza mientras los
médicos entraban a la carrera en la habitación y acercaban el
carrito del desfibrilador a la cama, le faltaba el aire. De repente
sintió como un par de brazos la cogían y la arrastraban al sofá.
Vio como los médicos intentaban traerlo de vuelta pero sólo se
fijaba en la cara de su hermano, ya no se le veía tan tranquilo como
antes.
-
Le están haciendo daño – dijo aferrándose al brazo de su amigo
sin poder despegar la mirada del cuerpo de Martín que se sacudía
violentamente por culpa de las descargas, no pudo soportarlo más y
antes de que se diera cuenta de lo que pasaba, la oscuridad se cerró
sobre ella.
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