domingo, 2 de septiembre de 2012

He vuelto!! / Sigue tocando - Capítulo 3

Sí... sé que hoy es domingo y que toca "Las crónicas de Sadist" pero me duele un oído y no tengo ganas de transcribir... perdón, en los próximos días os pondré el capítulo 3, a ver si me pongo las pilas y empiezo a transcribir por adelantado.

En otro orden de cosas, he vuelto de vacaciones y aunque no he escrito mucho de "La Generación Omega" si he escrito algo y además he estado cambiando los "capítulos" pero tengo otro blog entre manos (hay un acceso directo en la barra de debajo de la cabecera) y ese necesita mucho trabajo detrás de las cámaras y cosas de las que tengo que ocuparme y me sacan mucho tiempo, sentiros libres de ir a mirar ese blog cuando terminéis de leer esto y así sabréis de que os estoy hablando. Espero que os guste lo que veáis :)

Y sin más dilación y como hoy tocaba leer historia y no mis historias mentales, os dejo el siguiente capítulo de "Sigue tocando" Ya sabéis que podéis decirme que os parece, no seáis tímidos, que estáis muy tímidos!


Sigue tocando - Capítulo 3

Se sentía cansada pero aún así abrió los ojos y miró a su alrededor para ver aquella fría habitación de hospital, a su lado podía oír el pitido regular de la máquina que le decía que su hermano seguía vivo.

Lo miró desde el sofá donde dormía desde hacía dos semanas, sino fuera porque sabía que no era así pensaría que estaba dormido. Pero no era así, recordaba perfectamente lo que había pasado, una de esas cosas que no podría olvidar nunca. Se habían vuelto a quedar hasta tarde escribiendo canciones para la banda y habían empezado una perfecta para ellos, Martín le había dicho que no quería irse a dormir... le había dejado solo en la habitación 5 minutos y cuando volvió se lo encontró tirado en el suelo inconsciente y casi sin pulso. Lo habían llevado al hospital lo más rápido posible y apenas una hora después los médicos les habían dicho a ella y a su madre que estaba en coma. Estaba destrozada.

Y ahora lo examinaba desde el sofá atentamente, su pecho subía y bajaba con calma, estaba tumbado sobre la espalda, con la cara mirando al techo. Rodó los ojos, sabía que era mejor para él pero también sabía que a Martín no le gustaba dormir así, le provocaba dolor de cabeza. Igual que sabía otro ciento de pequeños detalles sobre él, como que desde que habían tenido aquella niñera horrible que les reñía cada vez que la despertaban de noche había dejado de gritar y en vez de eso se agarraba a las sábanas de su cama cuando tenía pesadillas.

Se sentó en el sofá y miró el reloj, eran las 10 de la mañana, de modo que se levantó, se calzó y fue hacia la cama. Le cogió la mano y se la apretó levemente esperando que su hermano le devolviera el gesto pero no fue así. Suspiró – Buenos días, Martín – le pasó la mano por el pelo lentamente y volvió a suspirar, le echaba de menos, se sentía tan sola.

Su mirada fue de la cara pacífica de su hermano al monitor que tenía a su lado con ese pitido constante, rogando a quien quisiera oírla que siguiera siendo constante, los médicos le habían dicho que tenía el corazón demasiado débil como para estar consciente y no sabían cuanto tiempo aguantaría en coma, sólo esperaba que encontraran un corazón nuevo para él antes de que fuera demasiado tarde.

Se sorprendió a sí misma con lágrimas en los ojos al pensar que estos podían ser los últimos momentos que podía pasar con su hermano, hasta aquel momento había sido el único hombre de su vida, eran mellizos y lo habían compartido todo, todo excepto ese corazón averiado, ella era la mayor, era la más fuerte y en ese momento se sentía la más egoísta.

- Martín... - sollozó desplomándose sobre la silla.

Recordó todo lo que habían pasado juntos, aquellas tardes cuando ella intentaba aprender a tocar la guitarra y la melodía que le tarareaba él cuando se le atragantaba algún acorde, aquella noche horrible habían empezado a ponerle letra pero no les había dado tiempo a terminarla, casi no la habían empezado cuando toda aquella pesadilla sucedió, sin embargo ella había intentado escribirla durante las noches interminables en las que no podía dormir. Pasó la mano por su antebrazo – Te echo de menos. Espero que te guste.

We are a lullaby, an everlasting song.
Taken as prisioners to a place where we belong.
If the tune stops, I will not wake.
Oh no, without us I'm no one, my soul swells and aches.”

Bajó la cabeza y se pasó la mano por el pelo. De verdad le dolía el alma, sólo unos pocos conocían hasta que punto estaban unidos.

So on the day when the music dies, so will our love.
There'll be some pain, but I'll keep it in my locket.
If you'll lead the band, then I will have to follow.
There's no escape for me so... play on”

No, sin él no había salida para ella, no iba a ser capaz de vivir sin él, habían nacido juntos y morirían juntos, se echó a llorar sin poder continuar la canción y notó entonces un ligero movimiento en la mano de Martín que todavía tenía entre las suyas, como si quiera alcanzar algo, se levantó rápidamente para ponerse a la altura de la cabeza de su hermano deseando que abriera los ojos, le oyó respirar profundamente y luego su mundo se vino abajo, se quedó paralizada al oír como el pitido del monitor dejaba de ser intermitente.

- ¡No! - le suplicó - ¡Martín! ¡No te vayas!

Empezó a llorar con más fuerza mientras los médicos entraban a la carrera en la habitación y acercaban el carrito del desfibrilador a la cama, le faltaba el aire. De repente sintió como un par de brazos la cogían y la arrastraban al sofá. Vio como los médicos intentaban traerlo de vuelta pero sólo se fijaba en la cara de su hermano, ya no se le veía tan tranquilo como antes.

- Le están haciendo daño – dijo aferrándose al brazo de su amigo sin poder despegar la mirada del cuerpo de Martín que se sacudía violentamente por culpa de las descargas, no pudo soportarlo más y antes de que se diera cuenta de lo que pasaba, la oscuridad se cerró sobre ella.

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