lunes, 30 de julio de 2012

No saltes - Saga "Hermanos"

Desde que publiqué la primera entrada llevo planteándome esta pregunta: Publico algún relatillo o no?

Al final me he decidido y lo voy a hacer, hay que celebrar el primer día de vida de "El Diario de Deidre"! Sí, señor! Me temo que de las novelas no podréis leer nada, quiero que sean sorpresa y todo eso, pero tengo una cantidad considerable de relatos cortos y que mejor manera de saber vuestra opinión sobre como escribo que enseñárselo a la blogosfera?

Esta saga, si se le puede llamar así, ha nacido por pura casualidad. Sí, no estaba planeada, ni planteé nunca escribir sobre hermanos pero un día mi Laura, mi lectora habitual me dijo: ¿Por qué escribes siempre sobre hermanos? Todas tus historias tienen algún grupo de hermanos muy unido... etc Siento reconocer que no recuerdo las demás cosas que me dijo, pero en esencia fue eso. Y repasando todas las historias me di cuenta de que es cierto, la mayor parte de las historias tienen hermanos de por medio, lo peor es que como me gusta el drama uno de los hermanos está en serias dificultades... Lo siento, queridos personajes que os hago sufrir página a página.

Sin más dilación os presento:

Portada cutre incluída, es que no tengo Photoshop. Pero la ilustración es mía!!


- Por favor, no lo hagas – le dije con lágrimas en los ojos, él estaba de espaldas a mí al borde de la azotea sacudiendo la cabeza.
- Déjame – me dijo, su voz temblaba y aunque no podía verle la cara sabía que las lágrimas se estaban agrupando en sus ojos - ¡Márchate! No quiero seguir aquí, no tengo fuerzas.
Me dolía sobremanera ver a mi hermanito sumido en semejante dolor. Le había fallado como hermana mayor, no me había dado cuenta de cómo lo estaba pasando hasta que fue demasiado tarde, hasta que encontré su carta sobre mi cama:
“Querida Xiana: lo siento mucho, no querría haber llegado a este extremo pero no encuentro otra salida. Si quieres verme por última vez estaré en la azotea de la nave. Te quiero. Xío.”
La había leído mil veces y aunque no le creía capaz fui de todas formas, por si acaso.
Corría por las calles de su ciudad lo más rápido que podía aferrada a la carta de despedida de su hermano pequeño. Corría desesperada hacia las naves industriales que había a las afueras de la ciudad y aunque había cientos de ellas Xiana sabía a cuál debía dirigirse, habían compartido muchas cosas en ella. - No puede ser cierto, no puede ser – se repetía una y otra vez queriéndose convencer a duras penas de que su hermano le estaba gastando una broma, cruel y de mal gusto, pero prefería pensar que su hermanito había perdido el sentido del humor y le gastaba una broma así a pensar que su hermanito había perdido las ganas de vivir y quería suicidarse. Llegó a la zona de las naves antes de lo que pensaba, miró hacia el cielo y en la azotea de “su nave” vio la figura delgada y “vulnerable” de su hermano pequeño.
- ¡UXÍO!
Salió corriendo nuevamente hacia la puerta de la nave, subió las escaleras que llevaban a lo alto del edificio lo más rápido que le permitieron sus piernas esperando que mientras ella subía su hermano no saltara. Llegó a arriba de todo y comprobó para su alivio que su hermano seguía ahí.
- Xío… no lo hagas…
Me acerqué a él poco a poco, no queriendo provocar que saltara. Él sin embargo parecía no darse cuenta de lo que ocurría a su alrededor y seguía sacudiendo la cabeza de espaldas a mí - ¿Por qué no te largas y me dejas? Como han hecho los demás.
- Porque a los demás no les importa que saltes y te mates, pero a mí sí – le dije sollozando.
- Debes de ser la única a la que le importa.
Llegué a su lado lentamente, temiendo que en cualquier momento pudiera saltar y acabar con todo, apoyé mis manos en la barrera de la azotea a unos pocos centímetros de donde mi hermano tenía los pies y instintivamente miré hacia abajo no habría posibilidad de sobrevivir a una caída así, levanté la vista y miré hacia sus pies, estaba muy al borde, con la cabeza gacha y los ojos cerrados, sus lágrimas cayendo a la calle desierta, su expresión parecía la de un niño perdido, y me partía el corazón.
- Xío, tienes toda la vida por delante, no lo hagas – empezó a sacudir la cabeza intentando que me callara, levanté una de mis manos y le toqué la pierna suavemente, respiró hondo y abrió los ojos para mirarme, sus iris verdes destacaban sobre el rojo que había a su alrededor, se alejó de mí lo suficiente para que mi mano dejara de estar en contacto con su pierna.
- Ya lo sé, por eso quiero acabar con todo, no tengo fuerzas para seguir con la vida que me queda por delante – me dijo mientras rompía a llorar otra vez – No quiero seguir.
- ¿Y los que nos quedamos aquí sin ti que vamos a hacer a partir de ahora?
- Vivir mejor – me contestó cerrando los ojos y torciéndome la cara.
- Vamos, Xío, por favor – le supliqué una vez más mientras se acercaba peligrosamente al borde y se alejaba de mí.
- ¿Xiana no lo entiendes? No tengo fuerzas para seguir adelante – me dijo resoplando – ni siquiera tengo valor. No puedo más. Sólo quiero acabar con todo. No quiero sufrir más.
- Pero… - comencé yo.
Escuché a lo lejos llegar un coche, poco después me di cuenta de que era el coche de nuestro hermano mayor. Lo había llamado cuando descubrí la carta sobre la cama pero estaba fuera de la ciudad y no contaba con que llegara a tiempo.
Salió del coche y miró hacia nosotros, retrocedió varios pasos hasta que chocó contra el coche con la mano sobre el corazón, no podía despegar los ojos de nuestro hermano.
- ¡Por favor, no saltes! – llegó la voz de Beto desde el suelo. Miró hacia mí esperando que como de costumbre yo podría arreglar cualquier cosa que pasara con nuestro hermanito.
Ojalá lo consiga.
Hacía una hora que su hermano pequeño se había ido de casa y se estaba preocupando ya que comenzaba a oscurecer y si había entrado en el bosque sería más difícil encontrarlo.
- ¡UXÍO! ¡¿Dónde estás?!
De repente escuchó a su lado pequeños sollozos y como alguien intentaba esconderse un poco más.
- ¿Xío?
- Déjame – respondió la voz entrecortada del niño que se encontraba entre los arbustos.
- Vamos Xío, ven a casa – le dijo yendo hacia el lugar donde se escondía su hermano – Todos te echan de menos, estábamos muy preocupados. Vuelve conmigo.
El niño de 10 años salió a gatas de entre los arbustos y miró hacia su hermana de 12 - ¿Beto también?
- Claro, Beto también te quiere – le dijo Xiana sentándose a su lado – Incluso ha entrado en el bosque a buscarte. Además, ¿quién está contigo cuando te asustas de las tormentas?
- Beto – le sonrió mientras se levantaba del suelo y cogía su mano para volver a casa.
Cada vez me parecía más inútil lo que estaba haciendo, no iba a conseguir nada. Se dio la vuelta y dio un paso hacia atrás mirando hacia donde iba a caer.
En el suelo Beto había despegado la espalda del coche y miraba a Xío al borde de la caída.
Las lágrimas caían sin parar por mis mejillas.
- Lo siento Xiana. No es culpa tuya, ni de Beto. Es que no puedo más. Sólo soy un juguete roto, me han roto y no quiero seguir así – me dijo dando otro paso a atrás.
En un intento desesperado le tendí una de mis manos – Por favor, puedes hacerlo. Sólo tienes que intentarlo.
Empezó a sacudir la cabeza otra vez con los ojos cerrados – No hay vuelta a atrás, Xiana. Se acabó – me dijo mirándome fijamente – Lo siento mucho. Dile a Beto que le quiero y que no ha sido culpa vuestra.
Después de eso mi mente registró todo lo que ocurrió como si hubiera sido una película o un mal sueño.
- Te quiero.
- No – le dije con un hilo de voz.
- Adiós.
Cerró los ojos y se dejó caer de espaldas al vacío.
- ¡NO!
Todo ocurrió muy rápido, veía a mi hermano dejarse caer como si ni siquiera morir fuera algo importante para él, estaba desencantado de la vida y sin ganas de seguir peleando. No quería seguir viviendo y aunque es mi hermano y debería respetar sus decisiones no iba a quedarme de brazos cruzados mientras se tiraba a la calzada desde un décimo piso a escasos metros de mí.
Sin pensarlo dos veces salí corriendo hacia él, apoyé la rodilla en el alfeizar y me asomé extendiendo el brazo, lo cogí de la camiseta y tiré de él para que cayera en la azotea pero el esfuerzo me hizo perder el equilibrio y lo último que recuerdo fue caer al vacío. Entonces todo se volvió negro.
_______________________________________________________________________ 
Me desperté sobresaltada sobre algo blando y me senté rápidamente, miré a mi alrededor confusa y me di cuenta de que estaba en mi habitación.
- Hey – me dijo Xío sonriendo desde la puerta – No debiste hacerlo.
- ¿Qué pasó? – le pregunté aún desorientada.
- Cuando me cogiste y me tiraste al suelo no sabía que había pasado, me giré y estabas cayendo así que te agarré y te puse en suelo firme pero ya estabas inconsciente – entró en la habitación y se sentó al borde de mi cama cogiéndome la mano – Gracias. Me has hecho ver que aún tengo cosas por las que merece la pena vivir.
                                                                          FIN


Aquí está! Espero que os haya gustado y que no os haya aburrido. Si habéis llegado hasta felicidades y por favor, decidme que os ha parecido, ya sé que lo de primera persona en presente es difícil y los cambios de tiempo son flashbacks, quería hacer algo diferente y no poner el típico cartelito de "Flashback" de ahí el cambio de tiempo y la cursiva.

Espero no haberos aburrido. Y si habéis leído, muchas gracias

Bicos!!

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